Vivir para viajar, viajar para vivir

No hay edad para viajar, únicamente hay viajeros hallando su propio destino La experiencia del viaje es siempre transformadora y […]

No hay edad para viajar, únicamente hay viajeros hallando su propio destino

La experiencia del viaje es siempre transformadora y fascinante. El viaje es una suave depuración de nuestra forma de estar en el mundo y un método sencillo para acercarnos a nosotros mismos.

El viaje es útil como guía, como hallazgo repentino o como sueño pendiente. A menudo se olvida que también se produce leyendo e incluso fantaseando. Nunca es demasiado tarde para ir a la otra punta del planeta desde el sofá.

Las investigaciones recientes confirman que el hecho de leer sobre viajes modifica el cerebro como si en realidad se hubiese estado en el lugar. Un cerebro en movimiento es un cerebro feliz, equilibrado y disponible ante nuevos estímulos.

Con más de 60 años, la edad y la experiencia acercan nuevos objetivos. Permiten tomar un avión para un descanso merecido, observar de cerca los cuadros de ese museo o simplemente pasear por aquel lugar en mitad de la naturaleza.

No hay mejores o peores viajes, solo hay viajeros hallando su propio destino. Se tiende equivocadamente a utilizar el viaje como medida de estatus social; una incongruencia tan torpe del propio viaje que prácticamente desagrada.

Te puede interesar: Disfrutando de unas merecidas vacaciones

Con el transcurrir del tiempo se tiende a la monotonía. Las personas solo se mueven hacia lugares conocidos. Una peligrosa tentación porque la rutina ofrece una falsa sensación de comodidad. El viaje en cambio rompe esa inercia.

Se aprende a viajar como se aprende a escribir. Es decir, con práctica, dedicación y auténtico interés. Sino aparecerá el distanciamiento y el rechazo.

Evidentemente, nunca habrá dos viajes idénticos. De igual forma, el viaje solo o en compañía son totalmente diferentes. Ya se sabe que se acaba por conocer a la perfección a los acompañantes.

El viajero debe ser un excepcional observador, porque no es necesario correr de un lado para otro. En ocasiones, únicamente se trata de prestar atención y el viaje mostrará su significado.

3 enero, 2019

No hay edad para viajar, únicamente hay viajeros hallando su propio destino

La experiencia del viaje es siempre transformadora y fascinante. El viaje es una suave depuración de nuestra forma de estar en el mundo y un método sencillo para acercarnos a nosotros mismos.

El viaje es útil como guía, como hallazgo repentino o como sueño pendiente. A menudo se olvida que también se produce leyendo e incluso fantaseando. Nunca es demasiado tarde para ir a la otra punta del planeta desde el sofá.

Las investigaciones recientes confirman que el hecho de leer sobre viajes modifica el cerebro como si en realidad se hubiese estado en el lugar. Un cerebro en movimiento es un cerebro feliz, equilibrado y disponible ante nuevos estímulos.

Con más de 60 años, la edad y la experiencia acercan nuevos objetivos. Permiten tomar un avión para un descanso merecido, observar de cerca los cuadros de ese museo o simplemente pasear por aquel lugar en mitad de la naturaleza.

No hay mejores o peores viajes, solo hay viajeros hallando su propio destino. Se tiende equivocadamente a utilizar el viaje como medida de estatus social; una incongruencia tan torpe del propio viaje que prácticamente desagrada.

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Con el transcurrir del tiempo se tiende a la monotonía. Las personas solo se mueven hacia lugares conocidos. Una peligrosa tentación porque la rutina ofrece una falsa sensación de comodidad. El viaje en cambio rompe esa inercia.

Se aprende a viajar como se aprende a escribir. Es decir, con práctica, dedicación y auténtico interés. Sino aparecerá el distanciamiento y el rechazo.

Evidentemente, nunca habrá dos viajes idénticos. De igual forma, el viaje solo o en compañía son totalmente diferentes. Ya se sabe que se acaba por conocer a la perfección a los acompañantes.

El viajero debe ser un excepcional observador, porque no es necesario correr de un lado para otro. En ocasiones, únicamente se trata de prestar atención y el viaje mostrará su significado.



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